La finca

Cuando el desenlace es inminente, el narrador se detiene en realizar una detallada descripción de la casa: sabemos que una alameda conduce hasta la casa, que tiene perros guardianes y que entre el servicio destaca la presencia de un mayordomo. La casa, que imaginamos ya finca señorial, tiene un porche al que se accede tras subir tres peldaños; en la planta baja hay una sala azul, una galería y una escalera alfombrada; subiendo por ella se accede a dos puertas que dan acceso a dos habitaciones y a un salón.
Cortázar, una vez más, otorga a la casa un valor esencial en el texto; la casa es alfa y omega, principio y final. cuando entendemos que la casa del final es la casa del principio, el cuento estalla y nos deslumbra con su desenlace.

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